No habéis leído mal, no es una errata, espero que no sea tampoco un mero cacareo educativo. Andaba dando vueltas a cómo titular esta entrada sobre un tema que me ha llamado la atención en este principio de curso y he optado por este.
Hace unos días en una tertulia cafetera del CEFIRE nos preguntábamos por la importancia de la educación formal frente a la no formal y la informal. Puede que esta palabra frente oriente gran parte de las discusiones acerca del tema, enfocado muchas veces como competencia o colisión de intereses cuando la clave de la mejora consista más en hallar las sinergias entre los diversos ámbitos de acción en que se desarrolla la educación de las mismas personas.
La coeducación es uno de los temas que permiten observar con más claridad las ventajas de una orientación conjuntiva y no disyuntiva. Los mensajes recibidos en la escuela, en la casa, en la calle o a través de los medios (los patentes y los ocultos) corren el riesgo de presentarse como incoherentes y crean confusión para un desarrollo educativo armónico, crítico y positivo de todas y de todos.
Un ejemplo. A principios de este mes un artículo de La Vanguardia planteaba qué influye a la hora de escoger [sic] una profesión y si esta elección tenía algún fundamento de género. El artículo se refería a un estudio de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) en el que se constataba que desde los hogares igualitarios surgían mujeres que optaban por profesiones vinculadas a campos tradicionalmente masculinos como las ingenierías o las ciencias. Se destacaba precisamente esta influencia en las chicas y se daba la razón de una mayor propensión a interiorizar las normas sociales por parte de estas. (Si queréis consultar con más detenimiento esta investigación podéis hacerlo por medio de este enlace. Otros trabajos de Alyssa Croft, responsable de aquella, aquí.)
El estudio, aparte de evidenciar la tendencia mencionada, revela algo que ya intuimos desde las aulas, algo que supone una cura de humildad pero no una exención de responsabilidad. Se nos escapan muchos aspectos enormemente influyentes para el desarrollo actual de nuestra tarea docente y para su posterior concreción en una carrera profesional.
Puede que no todas las posibles alternativas de acción estén en nuestras manos (ni deban estarlo) pero creo que sería interesante asumir y comunicar una conciencia de colaboración con otros y otras en la misma dirección por un bien común, una ciudadanía que acepte y promueva con naturalidad la consecución de una igualdad de oportunidades efectiva. Una de las propuestas concretas en las que ahondar es la creación de espacios de comunicación desde los cuales puedan compartirse puntos de vista y una acción coeducativa más coherente hacia nuestro alumnado, hijos e hijas, usuarias y usuarios... en las que chicos y chicas también tengan voz. Otra muy importante, más desde nuestro punto de vista, es el impulso de programas conjuntos, abiertos de formación. Algunas experiencias desarrolladas en el pasado, siquiera con limitaciones, han dado fruto en una mayor concienciación por parte de toda la comunidad educativa. ¿Por qué no insistir en ellas?
Para una verdadera coeducación, son necesarias corresponsabilidad y coordinación más allá de las escuelas por más que estas deban asumir también la iniciativa, en una palabra, aunque no exista, es necesaria una cocoeducación.
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